Al grito de "Queremos justicia, tenemos memoria", dimos voz a las 113.000 víctimas enterradas en las cunetas y frente al Parlamento Europeo pedimos en un grito alto y unánime el NO a la impunidad de los crímenes fascistas.
EXHUMANDO
FOSAS, RECUPERANDO DIGNIDADES.
Buenas tardes,
lo primero de todo, agradecer a la organización la celebración de esta necesaria jornada: “Exhumando fosas, recuperando dignidades”, y a
Soy nieta de José Gómez
Chamorro, natural de Valderas, de 34 años de edad, casado, de profesión
panadero. Mi abuelo fue detenido el día 24 de julio de 1936 en la panadería en
la que trabajaba como obrero, y trasladado al cuartel de Santocildes de Astorga,
a unos 74 km
de Valderas. Allí permaneció preso hasta la madrugada del 9 de octubre de 1936,
en que fue fusilado junto con cuatro vecinos más de su pueblo en las tapias del
cementerio.
Detenido por su tendencia
política de izquierdas, su “delito” consistió, mientras estaba en prisión, en
haber participado con cuatro paisanos de su pueblo, en el escrito de una
carta-clave, que intentaron sacar al exterior para tener noticias sobre los
avances de la guerra. En ella establecían un paralelismo entre los términos del
campo de Valderas y las provincias de España y añadían unas instrucciones para
que les informaran. Esta carta fue requisada y los cinco hombres condenados a
pena de muerte, Causa 6/36, por el art. 222.7
del Código de Justicia Militar, un código que data de 1890 y que los sublevados
aplicaron en los Consejos de Guerra, que establecía que “quien directa o
indirectamente mantuviera relación con el enemigo sobre las operaciones de la
guerra sería condenado a la pena máxima”.
He querido saber cómo era el
carácter de mi bisabuelo cuando regresó al pueblo, después de tanto
padecimiento y horror. Mi padre, que entonces tenía ocho años, le recuerda
siempre alegre, dado a chascarrillos, cariñoso y cuidadoso de sus nietos.
Mi abuelo y mi bisabuelo fueron
dos de los 178 hombres de Valderas, con tendencia política de izquierdas, que entre
finales de julio y principios de agosto de 1936, fueron detenidos y obligados a declarar en las cárceles de León
y Astorga, hechos que aparecen reflejados en la Causa 349/36 de Valderas, un
documento incompleto de 320 folios, que llamó especialmente la atención de la ARMH cuando se hizo con una copia
del Archivo Histórico Militar del Ferrol, por el elevadísimo número de personas
detenidas en una pequeña localidad.
La población de Valderas en el
año 1936 era aproximadamente de 3.300 personas, que haciendo un promedio de cinco
miembros por familia, representa el 27%
de familias de la localidad con algún miembro detenido.
De esa Causa General resultó
que 23 paisanos fueron procesados y condenados a muerte. 11 de ellos, los
dirigentes y personas más significadas ideológicamente
en el pueblo, cumplirían la pena máxima, mientras a 12 les fue conmutada la
pena de muerte por la de prisión perpetua, siendo trasladados al penal de San
Cristóbal en Pamplona. Tras varios años de prisión, algunos de esos doce
hombres fueron puestos en libertad, es el caso de mi bisabuelo, pero otros no
tuvieron tanta suerte y perecieron en el mismo penal.
Hasta aquí la historia oficial,
la que aparece en los documentos, de la que hay constancia escrita. Pero es
importante reseñar que muchos de esos 178 detenidos nunca regresaron a sus
casas, siendo en muchos casos sacados por la noche de prisión y fusilados. A
fecha de hoy, no hay una cuantificación exacta del número de asesinados del
bando republicano en Valderas. Los mayores hablan de un centenar, pero con los datos
facilitados por la ARMH
y el testimonio de mi padre, yo he contabilizado
73 personas, lo que representa un 11% de familias de la localidad que pierde
algún miembro.
Señalar que en el mes de julio
de 2012, la ARMH
descubrió en la localidad de Estébanez de la Calzada , a 5 km . de Astorga, en un paraje de encinas
llamado “el grillo”, dos fosas comunes con los restos de diez hombres que
siempre se oyó a los vecinos de aquella zona que eran paisanos de Valderas. Los
restos de esos diez hombres fueron exhumados por la ARMH y esperan su
identificación en un laboratorio de Ponferrada.
En este punto cabe preguntarse
…¿Por qué en Valderas hubo un número tan elevado de detenidos, muertos y
desaparecidos? Para responder a esta pregunta se hace necesario trasladarnos a 1931,
y analizar como Valderas vive, con varios años de adelanto, su particular
guerra civil.
Valderas, pueblo situado más al
sur de la provincia de León, subsiste hace ochenta años de la agricultura, la ganadería
y algunos oficios artesanales relacionados
con las tareas del campo. Unos pocos propietarios de grandes extensiones de tierra,
arriendan ésta a una clase media-baja para su explotación, mientras multitud de
obreros del campo esperan todos los días en la plaza del pueblo a ser
contratados por un escaso jornal con el que mantenerse ellos y sus familias, para
hacernos una idea del nivel de vida de entonces, en 1935 el sueldo diario de un
obrero era de cuatro pesetas con cincuenta céntimos y una hogaza de pan de dos
kilos costaba una peseta con treinta céntimos.
(En el mejor de los casos, algunos
obreros del campo, se ajustaban por temporada para la recogida de la cosecha o como
“mozos de año” que atendían el ganado y dormían con los animales en las
llamadas “pajeras”).
En esos años, el paro obrero era
constante y frecuentes las huelgas en el ramo de la agricultura.
En este contexto, existe en Valderas, ya desde
1904, una cierta organización obrera a través de una Sociedad de Trabajadores adscrita
a la U.G .T., presidida
en los años de la República
por Falconerín Blanco, de profesión sastre.
Con el advenimiento de la República es proclamado
alcalde Victoriano López Rubio, que regentaba un kiosko de prensa en la plaza
del pueblo, cuyas ideas progresistas y las mejoras sociales que realiza nunca
serían acogidas ni perdonadas no solo por la derecha de Valderas, sino de León,
y sobre el que la prensa católica provincial “El Diario de León”, haría una
labor constante de acoso y derribo.
Entre las actuaciones del alcalde,
reflejadas en las actas del Ayuntamiento de aquellos años, están:
–Conceder en 1932 a esa Sociedad de
Trabajadores formada por unos 400 obreros y dirigida por Falconerín Blanco, la
cesión del terreno de ínfima calidad, cenagoso, sobrante de la vía pública,
llamado “barrial”, para la construcción a facendera, es decir, de forma
conjunta y organizada, de la Casa
del Pueblo.
–A fin de resolver el problema
del paro y el hambre crónicas existentes en el municipio, la corporación que
preside Victoriano López Rubio, concede en el año 1933 a esa misma Sociedad de
Trabajadores, el arriendo colectivo de una finca de 37 hectáreas llamada la Salgada , por veinte años
mínimo y a 20 pesetas por hectárea y año, obligándose a otorgar un préstamo
para el pago de dicho arriendo, condiciones muy beneficiosas para los obreros.
–También se le recrimina
prohibir, en base al artículo 26 de la Constitución de la República que establece
el estado laico, las imágenes religiosas en entierros, procesiones y otras celebraciones
religiosas.
En este escenario se va incubando
día a día en los habitantes de la villa un clima civil insostenible y un odio profundo
entre los dos bandos enfrentados: Por un lado los miembros de la corporación
municipal y los integrantes del centro obrero, y por otro, la derecha con las J.A.C,
organización juvenil de derechas, y el respaldo del clero. En estos años, las trifulcas y reyertas en el
pueblo con tiros por medio, son continuas.
Para ilustrar este clima de
preguerra que se va fraguando en el pueblo, resulta clarificadora la noticia
que sale en el diario de León de 19 de julio de 1932 aludiendo a una
convocatoria de huelga. Dice así: “Todos los días los desgraciados ciudadanos
valderenses andamos tristes y temiendo el momento en que un pistoletazo, sin
saber por qué, nos abra las puertas de la eternidad…a la hora del mediodía
apareció el día 13, en el poste de los anuncios pueblerinos, un papelucho sucio
y mal escrito en el que sobre el pedestal terrible de la hoz y el martillo, se
declaraba la huelga en el ramo de la agricultura. Así lo disponía el Comité
presidido nada menos que por un sastre ¡Un sastre!“.
La detención el 26 de junio de
1933 de dos sacerdotes, (Nemesio García Pérez y Marcelino Macho García), así
como el registro y la clausura del local donde se reúnen las JAC, es importante
por las consecuencias que traerá consigo: un mes más tarde el Gobernador Civil suspende
a Victoriano López Rubio como alcalde, y ocupa su puesto el compañero socialista,
Gregorio Ruiz García, que dura en la alcaldía exactamente 21 días, esto es, desde
el 25 de agosto de 1933 hasta el 16 de septiembre de 1933, en que sufre un
atentado terrorista por elementos de derechas del pueblo, falleciendo días más
tarde. La venganza contra el alcalde socialista asesinado no se deja esperar, y
el 31 de diciembre de 1933, (Nemesio
García Pérez), un capellán castrense retirado del pueblo, es objeto de otro atentando
por parte de elementos de izquierdas del pueblo, salvando la vida por llevar
chaleco antibalas.
Las elecciones de 1933 llevan
al poder a la derecha (bienio radical cedista) y los nuevos dirigentes retiran la
placa de Lenin y deniegan la prorroga pedida por la sociedad de trabajadores
del pago de la renta de la
Salgada. El triunfo del Frente Popular en febrero de 1936 sube
de nuevo a la izquierda al poder, que para paliar el paro que afecta ya a 600
obreros, se plantea, con subvenciones de la Diputación y Estado, el
arreglo de calles, caminos vecinales…hasta la recogida de la cosecha, que viene
a coincidir con el estallido de la guerra civil en toda España.
Los días 18 a 24 de julio de 1936 políticos,
campesinos, obreros, mujeres y hombres de izquierdas de Valderas patrullan las
calles en un desesperado intento por defender la República , esperando
refuerzos de las columnas de León y de Asturias que nunca llegan. El 24 de
julio una columna de rebeldes ocupa el pueblo y empiezan las detenciones de los
178 hombres, que son consecuencia clara, sin concesiones, del odio y la
venganza acumulados por la derecha a lo largo de varios años. En la Causa General las
acusaciones que vierten las “nuevas fuerzas vivas” del pueblo sobre estos
hombres, se dice que pretendían violar a
las jóvenes mayores de catorce años y matar a la guardia civil y de derechas,
no pueden ser más demoledoras.
Mi padre cuenta que tenían un camión
cargado de mujeres que afortunadamente no llegaron a movilizar, aunque sí detuvieron,
procesaron y condenaron a pena de muerte a una mujer de 23 años de edad, Gregoria
Robles Fernández, conocida como la “libertaria”, y acusada de agitadora del
resto de mujeres del pueblo, que tras ser sometida a juicio sumarísimo, Causa
16/36, salvo la vida porque estaba embarazada. El tribunal que la juzgó
consideró, leo literal, que “la promesa del hijo, fruto de amores que
libremente le dieron, tenía derecho a la vida”, acordando no notificarle la sentencia
de pena de muerte hasta cuarenta días después de su alumbramiento. Más tarde le
sería conmutada por la de reclusión mayor (30 años).
El asesinato de los dirigentes
de Valderas fue atroz.
Victoriano López Rubio, inmerso
en la Causa
349/36, fue enterrado hasta el pecho en el patio de la cárcel de San Marcos y
lapidado, una de las formas de asesinado más crueles, lentas, y primitivas que
existen, el 15 de agosto de 1936, antes de tener un veredicto.
En su certificado de defunción consta
como causa de su muerte el diagnóstico de “parálisis cardíaca”. Sigo la Causa con atención y de pronto su nombre
desaparece inesperadamente sin que se le vuelva a nombrar.
Sí le nombra siete meses más
tarde en el nuevo semanario cultural de Valderas llamado Prisma, que ve la luz
en septiembre de 1936, en una clara demostración de odio y falta de respeto hacia
alguien que ya no existe:
“Llegado en mala hora a nuestro
pueblo, procedente de las regiones asturianas, todas sus raíces se reducen a
una mujer estéril que Dios le dio en matrimonio y el recuerdo del célebre
kiosco convertido en astillas en las primeras horas del glorioso movimiento
nacional…”
El presidente de la sociedad e
trabajadores, Falconerín Blanco, es detenido en San Marcos y, sin que medie
sobre él la burla del consejo de Guerra, es colgado de brazos, apaleado y
golpeado durante dos o tres días hasta que muere sobre el 24 o 25 de julio de
1936. Cuando su mujer acude a llevarle comida y ropa le dicen que le han
traslado a Astorga, sin que su familia vuelva a saber nunca más de él.
Los once hombres restantes condenados
a pena de muerte según la causa 349/36 son fusilados en el campo de tiro de Puente
Castro el día 27 de noviembre de 1936.
La Casa del Pueblo, en la que se
incautaron las actas de reuniones y algún explosivo rústico y repuestos de
armas que se aportaron como pruebas a la Causa , se convierte en cuartel
de Falange. De ella, la misma revista Prisma, escribe: “Podéis descansar
tranquilos, valientes falangistas; si una de las formas de propiedad es el
derecho indiscutible de conquista esta casa os pertenece por entero”.
Todo cambia. En Valderas, como
en otros lugares de España, los vencidos han sido, en palabras de Dostoievski, humillados
y ofendidos, y deben acostumbrarse a vivir cada día con sus verdugos. Es tiempo
de silencio, de luto, pena, auxilio social, caridad católica, hambre, mucha
hambre, injusticia, postguerra…Es tiempo de amnesia impuesta de la que también
se ocupó el régimen franquista montando durante los siguientes cuarenta años, a
través del sistema educativo y un férreo control de los medios de comunicación,
toda una operación de lavado de cerebro, en la que se nos trató de inculcar que
la sublevación militar se hizo para salvar a España del comunismo, “del terror
rojo”, en un país dividido en buenos y malos, en el que los buenos eran, claro
está, los vencedores.
Un franquismo sociológico, que
según Paul Preston, afectará todavía a tres o cuatro generaciones.
En
Valderas, hoy pueblo reducido a una población de 1.943 habitantes, la mayoría
de edades comprendidas en la franja de 70 y 80 años, hijos de la guerra civil, el
último superviviente de los 178 detenidos falleció hace unos meses, en cuestión
de memoria histórica hay poco avanzado en mi opinión. El
viejo monolito levantado en honor a los caídos del bando franquista fue
retirado en el verano de 2004, antes de la llegada de la ley de memoria
histórica, aprovechando unas obras de remodelación de la plaza donde se encontraba
con bastante polémica entre los sectores conservadores del pueblo. El monumento
actual es un simple semicírculo recubierto en piedra con el lema del
Ayuntamiento de Valderas y una frase: «A todos aquellos que sufrieron las
consecuencias de una guerra que nunca debió existir (1936-1939)».
Pero el monumento actual, ¡ironias de la vida!, se muestra en una
plaza que continua llevando dos placas con el nombre de José Antonio. Y otras
calles y plazas de Valderas: Alcázar, Héroes Valderenses, Gobernador Ameijide, siguen
teniendo nombres franquistas.
En mi opinión hay además
bastante desconocimiento por parte de las generaciones más jóvenes de lo que
pasó entonces, aunque en 2008 ocurren dos hechos que empiezan a arrojar luz
sobre el tema: por un lado la
ARMH toma contacto con algunas personas de Valderas a las que
facilita la Causa
General y Causas particulares, y por otro, se publica el
libro “la memoria no se entierra” de Carlos de la Sierra , editado por la Fundación 27 de Marzo,
actual sede de la Casa
del Pueblo, que narra los sucesos ocurridos en Valderas desde 1931 hasta 1941.
Aún así, las familias no han
sabido hasta hace muy poco donde buscar a los suyos, y hay casos en que no se
ha querido buscar. En torno a la guerra civil en mi pueblo sigue habiendo un enorme
silencio. Hablar de lo que pasó sigue causando vergüenza, o malestar, y algunos
lo ven como una forma de abrir viejas heridas. Pero no son todos los casos. De
mi parte, mi padre siempre nos habló de su niñez, de su familia, de su vida de
lucha, y éste es, y será siempre, su mejor legado.
Solo desde la memoria, el análisis
y reflexión de nuestra historia reciente podremos progresar. Solo desde el
reconocimiento y la reparación podremos cerrar viejas heridas obligadas durante
años a cerrar en falso.
Y hacer justicia pues esos
hombres, como miles de hombres más, lucharon por un mundo mejor y una sociedad
más libre y evolucionada, que nosotros, ahora, estamos disfrutando.
La sociedad y la historia tienen,
tenemos una deuda pendientes con todos ellos.
Nada más.
Gracias por vuestra escucha.
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