domingo, 9 de septiembre de 2018


STRIPTEASE


Me desnudo,
sí,
me desnudo,
porque no se puede estar en misa y repicando,
porque razones elementales me sostienen,
porque me sale como un modo de ser y de estar en el mundo,
porque no hay nada que exponga que quiera ocultar.

Me desnudo integralmente
y a conciencia,
lento,
a mí me gusta lento.
Me importa un rábano
exponer mi desnudez tan pálida,
desprovista, tal vez, de gracia,
y dos la mofa de los silenciosos del mundo,
de los callados de puertas para fuera,
de los que nadan y guardan la ropa
bajo cualquier tálamo
y al menor signo de alarma
la vuelven a sacar.

Me desnudo de palabras, claro,
libre de comas,
y otros signos de puntuación,
porque cuando lo hago  
saco un ramillete de amapolas a flor de piel,
porque me gusta la intemperie
de las noches de finales de verano como ésta,
pero sobre todo porque al pasar del silencio a la palabra
las cosas cambian
y ya no son lo mismo.

Pero no se equivoquen los insaciables buitres
a los que les gusta escarbar en las heridas ajenas
pensando que lo hago gratuitamente,
ni que esto es un dos por cincuenta euros,
como vi en un papelín en el parabrisas de un coche
esta misma mañana
ofertando el mercado de saldo
 de la carne.

Por más razones me desnudo supongo…
El caso es que nadie impedirá 
que despoje unas veces de harapos,
otras veces de tules,
mi corazón.