Diario de un jornalero en tiempos difíciles
Todos los hombres (y mujeres) tienen el mismo derecho a sentarse en la misma mesa.
Cita de O.Wilde con la que Abel Aparicio clausuró el acto del 15/4/16 en la Ergástula de Astorga con motivo de las IX Jornadas Republicanas.
23
de junio de 1935
Nos machacan, nos machacan, es verdad,
nos hacen trabajar de sol a sol por un sueldo de miseria que no nos llega ni
para darle de comer a nuestros hijos. Hoy nos hemos reunido en la Casa del Pueblo y el Presidente
cree que la única solución es unirnos y hacerle presión al amo, al dueño de la
tierra. También ha hablado, ahora que empieza
la siega, de ir a la huelga, pues si no hay brazos que trabajen, ¿quién va a cortar
el cereal? Y lleva razón, ahora es el momento, ahora o nunca ¡Qué hombre el Presidente
de la Casa del
Pueblo! Leal, comprometido, metido a estos berenjenales sin necesidad, porque,
¿quién le manda a él, con su profesión de sastre y una clientela ya hecha,
perder de ganar como ésta perdiendo por meterse en política? Ya los señoritos
apenas le encargan trajes y los curas del seminario se han buscado a otro para
que les haga las sotanas. ¡Eso, decía Quirino cuando al terminar la asamblea
nos hemos vuelto a casa juntos, sí que tiene mérito, eso, lo sabe hasta el más
majo, no lo hace cualquiera! Y es verdad.
25
de junio de 1935
Hoy nos hemos vuelto a reunir en la Casa del Pueblo y no sé, pero
cinco días de huelga como proponen, cinco días de brazos caídos sin tener que llevarse
a la boca… son muchos días. No por mí, ya ves tú que me importa a mí no comer, es
por las cinco bocas, las de los cuatro críos y su madre, que hay que mantener. Ya
sé que la caja de resistencia algo aliviará, que no va a ser todo nada. Pero
aun así, cinco días, uno detrás de otro, son muchos días.
26
de junio de 1935
La huelga va para adelante, se piden
seis pesetas y una jornada laboral de ocho horas frente a las cuatro que
cobramos ahora y la jornada de sol a sol que venimos haciendo. Así se lo he soltado
a la Rori cuando
he vuelto hoy de la asamblea. Estaba zurciendo unos calcetines y al oírlo ha dejado
de coser y ha puesto el grito en el cielo. “Eres un inconsciente, mira que te
digo que no te signifiques, ¿No te das cuenta de que son ellos, los amos de la
tierra, los que tienen la sartén por el mango? ¿No ves que cuando vayas a la
plaza a vender tu mano de obra tomarán represalias y te dirán…, bueno es
Porfirio, el capataz, no eras tú de los que fuiste a la huelga? Y cuando eso
ocurra, que ocurrirá, si no al tiempo, comeremos de las que rugen”. “¿Si no nos
defendemos nosotros, mujer”, le he replicado, “quien lo va a hacer?, ¿cómo crees
que se logran las mejoras sociales sino es luchando? No hay que bajar la
guardia ni dejarse pisar, en la unión esta la fuerza”. Poco a poco hemos ido
subiendo la voz y cuando nos hemos querido dar cuenta Luisín, de dos meses,
estaba llorando. La Rori
ha ido al cuarto, le ha sacado de la cuna y ha venido con él en los brazos. “¿Has
visto lo que has conseguido? ¡Con lo que me costó dormirle! “Menos ideales y menos
sueños, y menos pájaros en la cabeza, ¿verdad chiquitín?” Y me que quedado
callado sin saber que decir pues mientras le acunaba y le hablaba, ahora suave,
bajito, con voz como de terciopelo, vi que ella, ella, también lloraba.
28
de junio de 1935
Cinco de la madrugada y sin pegar ojo
pues sigo sin saber qué hacer, y esta noche cuando terminemos la jornada nos
volvemos a reunir en la Casa
del Pueblo y por fin se decide. Si por mí fuera tiraría para adelante, pero no estoy
solo y nosotros, los pobres, no tenemos remanente del que tirar, no como ellos,
con las paneras llenas de trigo y las alacenas bien repletas de mantecas y de chorizos
de la matanza. Lo dice la Rori
y es verdá, nosotros, los pobres, no tenemos más que las manos para trabajar y
si el trabajo falla, o sí vamos a la huelga, como es el caso que se dirime hoy,
no comemos. Pero tampoco puedo quedar como esquirol. Joder, que dura es la vida
y en que aprietos nos pone a veces. Me gustaría, en estos momentos me gustaría,
tener el arranque y la fuerza y la decisión que tienen algunos, pues lo peor,
lo peor de todo es esta indecisión que me carcome. Y no me duerno y me queda una
dura jornada por delante, y rehostia, tampoco amanece.
28
de junio, horas más tarde.
NOTA: Historia de ficción que pertenece a la realidad y que pretende homenajear a ese gran hombre y luchador por los derechos de los trabajadores que fue Falconerín Blanco Fernández, Presidente de la Sociedad de Trabajadores de Valderas, León. Publicado por Astorga-Redacción en el contexto de las celebración del 85 aniversario de la República.
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