¿Qué puedo hacer hoy?
¿Qué puedo hacer hoy con esta vuelta al pasado
que me acompaña desde las seis y cinco de la madrugada,
de condenados a muerte en juicios sumarísimos
según arbitraria
y premeditada
y provinciana
y alevosa injusticia.
¿Qué puedo hacer con esta evocación de vencedores chuscos,
y viudas en vitalicio luto
-Sí, Oliver, hay lutos que duran toda una vida-
-Sí, Oliver, hay lutos que duran toda una vida-
que arrastran tras de sí una recua de críos
-frutos que el amor libremente elegido las dio,
y la guerra,
tramposa prestidigitadora,
truncó poco después en inasible sombra-.
Que puedo hacer, di, en este día de horas
que se debanan lentas,
densas,
como esperando una lluvia torrencial y sanadora
que no acaba que llegar,
pero que si llegara
-estoy segura-
se llevaría consigo
toda la carga de una muerte
que arrastra tras de
sí
un duelo sin sepelio y sin flores,
un duelo sin plañideras, ni beso de despedida o al menos un leve roce de dedos,
un duelo sin plañideras, ni beso de despedida o al menos un leve roce de dedos,
-eso sí, tenemos misa de funeral en vida-,
un duelo en soledad estricta,
pues la compañía de seres ateridos que esperan como tú la muerte no es consuelo,
un duelo
que dura
exactamente
hoy
setenta
y
ocho
años.
exactamente
hoy
setenta
y
ocho
años.
No hay comentarios:
Publicar un comentario