Mi padre
Mi padre
que estaba
en la cama cuando llegué anoche
me llenó de
besos,
Me dijo te
mereces esto y más
Y a mí me
pareció inmenso
Lo mejor que
me había pasado en muchos días.
Mi madre, sentada a la mesa camilla,
Simplemente miraba.
Mi padre me
enseñó que escuchar historias
Es disfrutar
del deleite de lo que queda por contar
Mientras se
está contando.
También a no
fingir,
El valor de
lo auténtico,
“Aquí, hija,
en el pueblo nos conocemos todos”.
Y él resulta
que era un humilde pastor de ovejas
Hijo de una
mujer de negro y un padre represaliado.
Muchas veces
me pregunto
Si hay algo
más sacrificado
Que dormir a la intemperie hasta entrado diciembre
Entre un sonido de cencerras
Y el silencio propio.
También
Si hay algo más sabio que distinguir entre
la cuscuta y la alfalfa,
Que es lo
mismo que apreciar la diferencia entre un hombre aprovechado y otro noble.
Mi padre me
enseño otras cosas
Pero todas tienen que ver con lo mismo:
La dignidad, la fuerza, el tesón,
Cosas que se consiguen si se está realmente a ellas.
Hoy paseo
con él mientras el sol de mediodía nos da en la cara,
Y me siento orgullosa de mi padre.
"¿No vamos
muy despacio?" pregunta,
"No no",
respondo. "Vamos a nuestro ritmo".
Y pienso,
cuando voy a escribir de esto si no es mientras está pasando.
(Fotografía de José Camó con las manos de mi padre sosteniendo el reloj del suyo).
Manos que acarician, manos que entregan, manos que significan trato hecho, trabajo, experiencia... Vida noble. Una suerte poder pasear con tu
ResponderEliminarpadre y poder poner palabras a esas vivencias...
Manos que sujetan la vida mientras la vida sigue. Gracias, Margarita, pese a lo duro que es ver envejecer a tu padre, y dijo "envejecer" en todo su sentido, hay momentos muy hermosos que es de justicia apreciar, por los que no están, por los que se fueron antes, por los que son mucho más jóvenes y la vida castiga sin piedad. Me encanta ese trato hecho, ojalá hubiera más gente de trato hecho hoy con un apretón de manos hoy día.
Eliminarel hoy primero del final sobra.
EliminarSol de mediodía en la cara. Así debían de haberte llamado.
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