VEO A LA NIÑA
Agazapada bajo la mesa de formica
veo a la niña
que perdía siempre a los cromos
a la soga
a la goma
al escondite
al pañuelo,
al chorromorropicotaina,
que sisaba en el cajón para comprar gajos de naranja con que agasajar a amigas
que nunca tuvo,
que disfrazada con un cancán rosa demasiado holgado,
entre cartones que le servían de atrezzo,
actuaba en comedias sin público,
que ideaba club de fans sin fans,
que soñaba huidas transcontienentales en peceras de champú marca Sindo.
Quiero susurrarle palabras amables,
quiero sanarla
pero lo único que consigo hacer es tocarle levemente el hombro.
Así me estoy
inmantándome de su dolor
veo a la niña
que perdía siempre a los cromos
a la soga
a la goma
al escondite
al pañuelo,
al chorromorropicotaina,
que sisaba en el cajón para comprar gajos de naranja con que agasajar a amigas
que nunca tuvo,
que disfrazada con un cancán rosa demasiado holgado,
entre cartones que le servían de atrezzo,
actuaba en comedias sin público,
que ideaba club de fans sin fans,
que soñaba huidas transcontienentales en peceras de champú marca Sindo.
Quiero susurrarle palabras amables,
quiero sanarla
pero lo único que consigo hacer es tocarle levemente el hombro.
Así me estoy
inmantándome de su dolor
-pozo o caverna-
horas, días, un tiempo indefinido.
Así me estoy
hasta que levanta la cabeza,
me mira,
me sonríe,
me cura de ella.
horas, días, un tiempo indefinido.
Así me estoy
hasta que levanta la cabeza,
me mira,
me sonríe,
me cura de ella.
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