sábado, 27 de septiembre de 2014




 
PERDÓN









Cientos de veces durante años el coronel Salgado había proyectado vengarse del asesino a sueldo que le arrebató a su familia si hubiera sabido quien era. Un día de finales de septiembre recibió una carta del asesino contando los pormenores de su crimen y pidiendo un encuentro. Se citaron en el monumento dedicado a Alfonso XII del parque del Retiro. Cuando lo tuvo frente a sí escrutó su rostro, devastado y viejo, muy semejante al suyo. El hombre cayó a sus pies, llorando como un niño.
–Te perdono y te libero.
Luego abandonó el parque sin mirar atrás, sintiéndose súbitamente ingrávido, como las hojas secas de los castaños que acariciaban el aire antes de caer al suelo.  

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