jueves, 26 de febrero de 2015


TODO





Una foto. Dos planos que se juntan en el infinito separados por una línea perfectamente horizontal que divide el mar y el cielo. Aparentemente no tiene nada, pero no puedes dejar de mirar el azul intenso que embruja y transporta. 

La línea que funde aire y agua es ese espacio donde podría estar todo.
Para los que creen pero tienen dudas la fotografía podría titularse "¿Dónde está Dios?" Para los que no creemos, y por tanto no tenemos dudas ni necesitamos pruebas, mar, cielo, y línea que separa ambos azules, son Dios. No hay más. Es suficiente.

sábado, 21 de febrero de 2015


MUJERES



     Como soy tan despistada hice caso de mi amiga Puri: me bajé a mi iphone una aplicación de calendario menstrual. Un almanaque virtual muy mono de color rosa chicle en el que tras anotar mi primer día de regla, me señalaba con todo lujo de detalles los días previstos de ovulación -cuadradito verde-, el día fértil -rectángulo verde-, y la fecha exacta de la menstruación -cuadradito naranja-.     La aplicación era muy completa pues este último dato me lo anunciaría tres días antes en mi cuenta de gmail. 
     Lo que ocurre es que ya han pasado quince días, sif, y la regla no me baja, sif, y un mes, sif, sif, desde que Antonio regresó a la plataforma petrolífera. 
     ¡No sé que coño pinta allí rodeado de mar por todas partes y tan solo con lo bien que se vive en Madrid, digan lo que digan, a pesar de la crisis!
    Y ahora que lo pienso, ¿habrá alguna aplicación de test de embarazo?

jueves, 19 de febrero de 2015


DISTANCIA DE SEGURIDAD




Ayer vi dos palomas en el tendal de la ropa del patio interior de mi piso. Pensé que se trataba de un cortejo, con el móvil saqué una foto de baja calidad (todas las fotos de móvil lo son), pero estaba contenta con el efecto conseguido. Mi patio tiene algo de saudade, de melancolía que me gusta. La fotografía la titulé "Cortejo de tarde en patio interior". 


Me equivocaba. Esta mañana al levantarme una de las palomas seguía en el tendal, y al notar mi presencia caminó inquieta de un lado a otro sin elevar el vuelo. Deduje que tendría un ala herida.



Yo no entiendo de palomas a pesar de ser de pueblo, solo sé que me gusta su zureo suave, intermitente, apaciguador. 

Me fijé que estaba muy escuálida, me pareció que tendría hambre. Trigo, pensé, ¿pero de donde sacaba yo trigo? Fui a la bolsa del pan y desmenucé la barra en cuatro trozos. Al abrir la ventana para depositarlos en el alféizar, la paloma elevó el vuelo, hizo un intento de alcanzar el tercer piso, pero las alas no la sostenían y acabó cayendo al patio interior y abandonado, donde antes de la crisis hubo una bizcochería. 

Su mancha inmóvil en el suelo me hizo pensar que estaba muerta. 



Pensé: ¡Qué mal fario tiene esta historia de cortejo equivocado, de soledad y caída!... Tiré uno de los trozos de pan al patio, la paloma se movió. Tiré un segundo trozo. Y un tercero.



Hoy, no sé cómo, la paloma vuelve a estar en el tendal. Y yo, entrenada en mantener una prudente distancia de seguridad para evitar afectos propios y ajenos, (tengo que calibrar muy bien para no acabar llorando) no sé qué hacer con la paloma a partir de ahora, no sé qué hacer con la paloma los siguientes días. 





lunes, 16 de febrero de 2015



VEO A LA NIÑA



Agazapada bajo la mesa de formica
veo a la niña  
que perdía siempre a los cromos 
a la soga
a la goma 
al escondite
al pañuelo,
al chorromorropicotaina, 
que sisaba en el cajón para comprar gajos de naranja con que agasajar a amigas
que nunca tuvo, 
que disfrazada con un cancán rosa demasiado holgado, 
entre cartones que le servían de atrezzo, 
actuaba en comedias sin público, 
que ideaba club de fans sin fans,
que soñaba huidas transcontienentales en peceras de champú marca Sindo.
Quiero susurrarle palabras amables,
quiero sanarla 
pero lo único que consigo hacer es tocarle levemente el hombro. 
Así me estoy 
inmantándome de su dolor 
-pozo o caverna-
horas, días, un tiempo indefinido.
Así me estoy  
hasta que levanta la cabeza,
me mira, 
me sonríe,
me cura de ella.

domingo, 8 de febrero de 2015





A VUELTAS CON EL PAIS DE LAS MARAVILLAS







    -Pero yo..., yo quiero ser real, quiero descender realmente a la madriguera y encontrarme de verdad con el conejo blanco y la duquesa y la liebre de marzo y el sombrerero y el gato de Cheshire y el lirón... -Alicia lloraba desconsoladamente apoyada en el tintero de la mesa de su creador.


    Lewis Carroll se quedó callado. No sabía como explicarle que durante el tiempo que tardó en escribir su obra, ella y el resto de personajes habían sido mucho más reales que todo cuanto les rodeaba.