jueves, 18 de febrero de 2016


Quiero pensar



Quiero pensar en esta historia,

Quiero pensar que Ella y Él se conocen un día 18 de febrero, por ejemplo, a las 7 de la tarde, por ejemplo, contemplando el mar desde el faro.

Quiero pensar que después de fijar mucho rato la vista en el mismo punto incierto luego se miran, también mucho rato. Ellos, quiero pensar, con la mirada se dicen tantas cosas…

Quiero pensar que desde ese día 18, todos los 18 de cada mes, a la misma hora, 7 de la tarde, se reúnen en el mismo sitio para mirar el horizonte, para mirarse luego ellos.   

Quiero pensar que así llevan años, sin cruzar palabra, pero sin faltar a su cita. Quiero pensar que a Él le han salido canas en el pelo, a Ella, -todo normal, todo acorde al paso del tiempo-, arrugas en el rostro.
Menos este 18 de febrero que Ella le cuenta con voz suave pero atropellada, que tiene que irse de la ciudad.
“Me faltarán tus ojos”, dice Él, con el desamparo ahogado en la voz.   
“Cuando mires el mar continúa mirando un poco más, pues allá donde yo esté te estaré mirando también”.

Luego Ella se aleja y Él, sin volver la vista atrás, escucha cómo sus pasos se pierden en la lejanía, hasta que ya no oye nada, ni siquiera el vaivén incesante de olas. Y así se queda, como una estatua, los brazos estirados a lo largo de cuerpo, hasta la que la noche cerrada impide que veamos lo que sucede después.


Quiero pensar que las cosas pasaron así, aunque también, ya lo sé, podrían haber ocurrido de algún otro modo. 

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