domingo, 7 de febrero de 2016


Microrrelato de domingo 
Serie Mujeres


En uno de sus arranques de solidaridad, un día por ti otro por mí, había quedado para cenar esa noche con su amiga que había enviudado recientemente. Eligieron un restaurante chic, uno de esos lugares en los que la mesa está decorada con flores de madreselva y velas. En mitad de la comida se presentó la hija de su amiga. Venía de una entrevista de trabajo. Se volcaron con ella. “Ya verás cómo tienes suerte y te llaman, tu profesión está en auge, además talento te sobra”. Evitaron a toda costa hablar de él, pero las veces que habían quedado siempre se sentaba de frente, y a los postres, mientras se llevaba a la boca la tarta de nata y nueces, fue plenamente consciente de su ausencia. Al salir del restaurante la hija se marchó, ellas decidieron tomar una última copa en un lugar íntimo. Fue entonces cuando, en un arranque de debilidad, su amiga le confesó en voz baja que le echaba de menos. Luego continuó hablando de su próximo viaje a Taiwan, de los libros que había leído, de las pelis que había visto, de las obras de teatro que había presenciado. “La dama del perrito de Chejov, la dama del perrito no te la pierdas”. Cuando llego a casa le pareció que no podía con su cuerpo, toda su energía estaba desgastada. Por eso cogió el móvil, llamo a su amiga noctámbula, le contó la cena, su esfuerzo por llenar ese vacío. Ésta entendió muy bien, como si ella hubiera pasado por ese trago en algún momento. 
No lo había pasado, pero también era una esponja, llevando al papel cuantas cosas de la realidad le conmovían. Nada más colgar cogió un folio en blanco, escribió: “En uno de sus arranques de solidaridad, un día por ti, otro por mí, había quedado…”

Foto de Carmen Ruiz Mesa

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