MOMENTO
I
Desde primeras horas de la mañana llueve. Al
principio lo hacía avaramente, como si le costara, como si bajo un toldo gris y
nebuloso tuviera todo el día y toda la noche y al día siguiente para seguir
cayendo.
Yo oía desde mi atalaya ese tintineo de
lluvia tenaz pero contenida, mezclada a veces con el fugaz silbido del tren a
la entrada y a la salida del pueblo.
Ahora, en cambio, lo hace como si le hubiera
cogido el gusto, afirmándose, reafirmándose en su tarea, con temeridad
agrícola, ahogando en su chocar contra el tejado cualquier otro sonido que no
sea el suyo propio, y no parece que vaya a pasar en horas, tal vez siga así
todo el día, todo la noche, el día siguiente. Aunque también puede que abra… el
tiempo aquí en tan variable.
Intento aprovechar este recogimiento
obligado, tan escaso, para preparar el ejercicio para el taller de oralidad del
fin de semana, para tomar notas, para poner en orden mis proyectos, para
recopilar viejas canciones que no se deben perder cuando quien las cantaban ya
no estén entre nosotros, para pensar…
El Cuera al fondo, apenas una fantasmagórica
curva, parece esperar como yo a que escampe, aunque puede que a él, tan hecho
ya a la meteorología del Norte, le dé más o menos lo mismo.
(12/10/15)
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