martes, 29 de diciembre de 2015


MOMENTO I



Desde primeras horas de la mañana llueve. Al principio lo hacía avaramente, como si le costara, como si bajo un toldo gris y nebuloso tuviera todo el día y toda la noche y al día siguiente para seguir cayendo.
Yo oía desde mi atalaya ese tintineo de lluvia tenaz pero contenida, mezclada a veces con el fugaz silbido del tren a la entrada y a la salida del pueblo.
Ahora, en cambio, lo hace como si le hubiera cogido el gusto, afirmándose, reafirmándose en su tarea, con temeridad agrícola, ahogando en su chocar contra el tejado cualquier otro sonido que no sea el suyo propio, y no parece que vaya a pasar en horas, tal vez siga así todo el día, todo la noche, el día siguiente. Aunque también puede que abra… el tiempo aquí en tan variable.
Intento aprovechar este recogimiento obligado, tan escaso, para preparar el ejercicio para el taller de oralidad del fin de semana, para tomar notas, para poner en orden mis proyectos, para recopilar viejas canciones que no se deben perder cuando quien las cantaban ya no estén entre nosotros, para pensar…
El Cuera al fondo, apenas una fantasmagórica curva, parece esperar como yo a que escampe, aunque puede que a él, tan hecho ya a la meteorología del Norte, le dé más o menos lo mismo.
(12/10/15)







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