jueves, 17 de noviembre de 2016

Horror vacui






















El agua bajo los pies
y una voz procedente 
de la copa de los árboles
invitándole a volar 
de rama en rama.
Decide quedarse muy quieta,
sabe que más pronto que tarde 
la luz llenará el vacío
de los ratos tontos, 
-esos en los que uno no sabe
si seguir o pararse-.
Y tomará las riendas
de los espacios propios, 
de las formas amadas.
Volverán los apegos 
a asirse a su tripa
como manitas de niños 
que nunca crecieron.
Y seguirá su rumbo, 
el suyo, insisto,
tal vez renovado.

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