miércoles, 14 de septiembre de 2016



Variaciones en torno a mujer, paraguas, reloj 
de pulsera







Una mujer, un paraguas, un reloj de pulsera(I)
Cuando la mujer abrió el paraguas en la playa en la que se dieron cita hacía exactamente cuatro horas por el reloj de pulsera que él le había regalado jurándole amor eterno, ya había llorado todas las lágrimas del mundo. Es por eso que el paraguas le sirvió de sombrilla al salir el sol.

Una mujer, un paraguas, un reloj de pulsera (ll)
Cuando la mujer miró su reloj de pulsera comprobó que había diluviado durante cuarenta días y cuarenta noches. En ese tiempo permaneció de pie, con el agua cayendo sobre su cuerpo menudo, sin otra actividad que contemplar el horizonte perdido y brumoso de la playa que se extendía más allá de su mirada. Abrió el paraguas. Pero para entonces le habían nacido aletas en los pies. Posándolo en la arena, se dispuso a abrazar el oceánico universo de algas y olas.

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